Lobo, lobo...
Que denostada figura.
Que criatura perseguida,
por la ignorancia de muchos.
Que mítica y legendaria.
Que crueldad más excesiva,
se ciñe en torno a tu estampa.
La nobleza que te abriga,
en tu magnífico cuerpo.
Sabio instinto te acompaña,
para cuidar de los tuyos.
Tu sangre baña los bosques.
Y de tu vida se nutren.
Las carencias de los hombres.
Mata el hombre a tu alimento.
Y así tus crías se mueren.
Se mueren de hambre.
Y el hombre, sigue matando,
Sin motivo y sin respeto.
Lobo, lobo...
Tu poder guarda el secreto,
de los antiguos ancestros.
Los hombres te mitifican.
Justificando tu muerte.
Para saldar la derrota,
de su vida decadente.
Lobo, lobo...
Que sombra oculta el deseo,
de salvar a tu manada.
Sombra de plomo y metralla,
que siega tu hermosa vida.
Cuando sabe el tirador,
que el es el depredador.
Que mata la vida misma.
Ya que ajeno, en su ignorancia.
Solo busca la venganza,
por ser un ser inferior.
Aunque el se crea un dios,
con derecho a la matanza.
Con ansia buscas comida,
para dar a tus cachorros.
Y el hombre,
que mataría para cuidar de su prole.
A ti te niega el derecho.
Y te mata por deporte.
Lobo, lobo...
Que tremenda la injusticia,
que pone fin a tu raza.
El hombre sigue la caza.
Ignora que por llenar,
las carencias que le ocupan.
Su propia existencia anula.
En riesgo pone su vida,
si la vida animal cesa.
No despierta del letargo.
Si solo su ego alimenta.
Y su propia muerte anuncia,
cuando su mente se estrecha.
A.L.
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