Y junto a la hoguera del amor genuino
en el arrebato de entregar el alma,
el néctar del cuerpo su elixir derrama
y vierte ardoroso todo el regocijo.
El placer irriga montes, laberintos,
soltando las riendas de hechicera osada
que busca en el Cénit sensuales miradas
y el gozo travieso que fluye cual río.
Es tal turbulencia que tórrida inflama
el desvelo ardiente, vitales suspiros
mientras se despliegan locas madrugadas.
El délfico oasis, cobija y abrigo,
en el apogeo crucial de la danza
de amantes que viven el sublime idilio.
Aimée Granado Oreña
Gota de Rocío Azul