De nuevo viste el cielo con su traje en grises.
Se echa un chal rojizo y perfume de cardo.
Nubes se recogen la coleta y
desabrochan su chaqueta
con mano sedosa y celsitud de bardo.
Nadie versa como tú...No... Nunca nadie!
Nadie le imprime el cielo a cada estrofa.
Nadie se acaba el alma en partituras.
Nadie le vierte sangre a cada nota.
Me palpas, melodía, al sólo imaginarte.
Me puedes traspasar, febril paisaje.
Un sólo toque tuyo es suficiente.
Tú logras extasiarme!
Y, aunque llevas en tu hoguera la mirada triste
traspasando las penumbras de este ser que habito
sublimas este instante con tu piano etéreo
perenne e infinito.