Todo desierto es pasajero,
y la lluvia se adormece
en tus recuerdos,
busco una vida en el
espejo,
de mis manos se ha
escapado la ilusión.
Miro la tarde y aún
te espero,
el sol también conoce
mi respiración.
Llega la noche, y no te veo
las cartas de verano
fueron sueños.
Pensarte agotan las
agujas del reloj,
me quedo con tu audio,
me quedo con tu voz.
Aún existe cartas sin un adiós,
cartas que fueron semillas
floreciendo desde la pasión;
pero de ti ya no hay más remedio,
no hay exploración, no hay rumor.
Sólo queda el suspiro,
la dulce espera ficticia,
el añejo recuerdo dominguero,
el pensar melancólico del café,
y la suave brisa que trae la
lluvia al caer entre sus colmenas.