Ela Dez

Verdugo

Verdugo.

 

Érase una mano de seda

unos guantes ajustados,

con látigos de pistilos

 y fuegos acariciados.

 

Érase tambien sin nombre,

 sin justicia por pecados,

un corazón de madera

 y pasos precipitados.

 

Érase una boca envenenada,

por serpientes del pasado,

 una mordaza agrietada

y dientes muy afilados.

 

Érase un mustio escondrijo,

 húmedo, acalorado,

hedente de sus dolores

y garrotes oxidados.

 

Érase, un lágrima endulzada,

por sus sueños mutilados,

 de suspiros bien profundos

por un cuerpo tan soñado.

 

Érase un verdugo solo,

un verdugo de su alma,

un verdugo sin consciencia,

¡un verdugo enamorado!

 

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