De dónde viene este dolor antiguo,
mezcla de rabia sin causa,
decir gritando lo que no aprendí a susurrar.
No por gastar mi piel, lo sé, desnudaré mis huesos.
Ni el ave que vuela tus sueños, será mío, lo sé.
Ahora debiera cambiarle los pañales,
al hijo que llamaríamos “nuestro”,
y ya ves, apenas intento este poema.