Se corta el ambiente enralecido de sudor
Y el perfume del ansia de las pieles
Se agitan al unísono acompasadas
Por los besos que de gula se engullen los labios.
Se oye una voz suplicante de placer
Desvistiéndose la ambición
En los arrojos del apetito
De llegar a pretender quitarse la sed
Desnudando la imaginación
Con ese cuerpo anhelante.
Y se llega a los extremos olvidándose de los tapujos
Cuando el pudor se convierte en deseo
Y el amor en el derecho libre de caer en su delirio.