DEMÓDOCO

LA FORZOSA «HIBERNACIÓN» DE MI REVISTA «ALEPH UNIVERSITARIA»

 

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

Por Alberto JIMÉNEZ URE

En el curso de la «Década de los Años 80», el poeta y profesor norteamericano José Kozer [adscrito al Queen College de Nueva York) me envió una misiva con un interesante petitorio:

-Albert, amigo –formuló-: para que yo ascienda a «Profesor Titular», debe algún crítico-comentarista literario extranjero escribir y publicar un texto sobre mi obra poética. En un diario de circulación nacional de su país […] ¿Podrías ayudarme haciéndolo? En los ambientes académicos de EEUU, es normal que solicitemos esa clase de apoyo.

-Estará hecho en pocas semanas –le respondí al amigo-. No lo defraudé y le subieron el sueldo a 12 mil dólares mensuales, según me informó luego de pocos meses.

Durante aquellos tiempos, yo solía meditar respecto a las causas por las cuales hay tanta mezquindad entre poetas y escritores venezolanos. Es frecuente que, «henchido» y con «lenguaje corporal» evasivo, un hacedor interactúe: es gallo y exhibe su «plumaje varón», o gallina y está persuadida de «cacarear» más lindo que las demás poetisas. Pareciera que todos exigiésemos ser percibidos como genios, «clase aparte». En cambio, cada vez que dialogas con argentinos, mejicanos o norteamericanos te hablan de sus paisanos intelectuales con orgullo: te proponen que los leas.  

En Venezuela, presentas un proyecto de publicación y [antes que sea examinado] captas expresiones casi de enojo en quienes tienen la atribución de recibirlo. Las revistas literarias irrumpen proporcionalmente a tu gallardía o determinación de solicitar -«sin fines de lucro»- apoyos institucionales. La resistencia es apriorística. Así nació Aleph universitaria, hoy en fase de hibernación forzosa.   

Recibí el apoyo incondicional de hombres con estatura intelectual y amor por la Cultura, cierto: como Eleazar Ontiveros Paolini [magnífico Director de Cultura en la Universidad de Los Andes] y el gobernador del Estado Mérida Jesús Rondón Nucete. También me asistió Eduardo José Zuleta, aunque más tarde haya fijado distancia por motivos políticos. Adhiere a la Dictadura Socialista y ejerce funciones para ella.

Aleph universitaria tuvo adherentes venezolanos y extranjeros, entre ellos el argentino Mempo Giardinelli [Premio de Novela «Rómulo Gallegos»] y José Kozer. Promocioné escritoras y autores nacionales. Citaré varios: Marisol Marrero, Teódulo López Meléndez, Ricardo Gil Otaiza, Carlos Danéz, Eduardo Liendo, Gabriel Jiménez Emán, Lidia Esther Salas Rincón, Jesús Serra, Juan Liscano, José Ramón Medina […] Varios –mencionados- merecieron portadas.

Pero, pese a su indiscutible buena reputación, mi revista tenía imponderables enemigos que irrumpieron de súbito: como quien me obligó hibernarla, Rafael Cartay [escritor, docente y Director de Cultura de la Universidad de Los Andes] Apenas asumió funciones, me convocó reunirme con él en su despacho para transmitirme lo siguiente:

-Albert, lamento decirte que habrá cambios en mi «gestión cultural»-. Si quieres que tu revista Aleph universitaria continúe, tendrás que buscar pautas publicitarias. Solicita apoyo financiero a gerentes de bancos y empresas privadas. La Universidad de Los Andes reducirá el presupuesto que tiene esa revista […]

-No será por falta de dinero, Rafael –discerní, mirándolo fijamente-. La Ley de Universidades establece que nuestras instituciones deben invertir porcentajes de sus presupuestos en actividades culturales.

Mi revista comenzó «hibernar» a partir de esa infausta reunión de sólo dos escritores, uno de los cuales [yo] respetaba al otro convertido en verdugo. Viajó mucho, conoció, por ejemplo, Madagascar: donde fue picado por una pulga que le transmitió una rara enfermedad. Su nueva gestión cultural satisfaría «goces personales». Antes del fin del mundo, reaparecerá virtud a proóceres impresos de origen académico.