Se fue sin mirar atrás.
Lentamente se marchó.
En sus gestos demostró,
el valor de su firmeza.
Con los cabellos flotando,
como una nube de hierba.
Los ojos firmes sombreados,
por unas pestañas negras.
Las pupilas sonrientes,
como desafiando al viento.
Los labios gruesos y firmes,
como bocados sedientos.
Baila siempre su figura,
con armoniosos talentos.
Como las gráciles formas,
que flotan en el deseo.
Hasta las rosas se pliegan,
al paso de sus anhelos.
Un murmullo se derrama,
en ágiles movimientos.
Como un sendero de voces,
perdiéndose entre los cerros.
El Sol se oculta ojeroso,
al reflejo de sus ojos.
Y un vendaval de pasiones,
se pierde entre los cerezos.
Las penas van caminando,
como un cortejo sin féretro.
Se estrechan las alegrías,
y se rompen los espejos.
Ensanchándose las almas,
de los condenados cuerpos.
Brilla la Luna soñando,
con los ojos que se fueron.
Se fue sin mirar atrás.
Y la sombra de su cuerpo.
Brilló más que las estrellas,
que la miraban de lejos.
Se fue con los ojos blandos,
como de algodón moreno.
Su silueta una aventura,
ahíta de conocimiento.
Cada paso una lección.
Cada suspiro un encuentro.
Se fue, pero no volvió.
Pero dejo su talento.
A.L.
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