La noche está seca,
Y entre el silencio y la
Inmutabilidad de mi rostro,
Te pienso.
Tal vez pensarte detiene
El espacio;
Tal vez…
El viento que arrastra hojas,
Esboza tu rostro, crea un remolino
Y se desvanece.
El susurro de la fricción de mis
Manos sobre mi barba, crean
Una ligera pausa entre
Pensarte y no.
Si el tiempo memorizara
Este instante,
De seguro seria gris,
Acorde a la noche y mis sentimientos.
Tal vez pensarte detiene
El espacio;
Tal vez…
De momentos pareciera verme
A mí mismo desde lejos…
Y reconocer mi pena.
Me he dado cuenta que
El destino me esperaba
Justamente aquí, paciente,
Sin culpa, irreprochable.
Es la noche mi castigo,
Que escoltada de tristezas,
Apuñalan mi esperanza.
Y sigo aquí sentado,
Esperando tu inevitable
Ausencia.
Tal vez pensarte detiene
El espacio;
Tal vez…
De pronto la luz de la luna
Pareciera encajarme en
Cristales de luz, aislándome
Del mundo.
Me falta el aire,
Y rasguño los cristales,
Pronunciando tu nombre.
Y otra vez me veo, a mí mismo,
Desde lejos como grito,
Como me agoto;
Más sin escucharme por el encierro
De los cristales.
Entonces es ahí donde pareciera
Morir…
Entonces es ahí donde,
Tal vez pensarte detiene
El espacio;
Tal vez…
Luego todo pasa,
Y sigo pensándote.
Así pasan los días,
Las estaciones,
Las precipitaciones,
Los años.
Mi sombra ya esta calcada
En el suelo con tus recuerdos.
Envejezco y sigue mi rostro
Inmutable con el silencio,
Y nuevamente el viento arrastra hojas,
Esboza tu rostro, crea un remolino
Y se desvanece.
Tal vez pensarte detiene
El espacio;
Tal vez…
O quizás angustiosamente
Es lo que deseo.
©Maximiliano José Cabrera