Ciertamente
no estaba en su sano juicio
y así lo había diagnosticado
el médico psiquiatra.
Sin embargo,
aun carente de actitudes
y propiedades
ella lo justificaba
por el solemne hecho
de hacerle el amor como loco
cotidianamente,
entre el sol de medio día
y el césped del patio trasero
ante los ventanales
estupefactos de los vecinos.