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El silencio de un corazón que da paso a la huída del otro.

El silencio de un corazón que da paso a la huída del otro.

Mi silencio y tu huída.
Yo callo y tú te marchas.

Todo en un mismo lugar y
en un mismo momento.
Juntas,
aunque mantengo distancia
entre corazón y corazón.
Mentiras dichas bien,
y oscuridad
para que no se note el vacío.
Música para darle vida
a dos cuerpos
que lo único que saben hacer
es morirse en manos de cualquiera.
Los orgasmos emocionales guardados.
Y el punto y final listo
para volver a casa,
después
de deshacernos
haciendonos en una cama.

Y yo con ganas de huir,
Y tú con miedo a quedarte.

Una historia nunca comienza así, y yo
no quiero hacer la excepción.
Hay caricias que duelen.
Hay adioses que no se dicen.
Hay palabras que no sirven de nada,
que no cambian nada,
y menos si no se dicen.
Nos faltó coraje para querernos, y
para quedarnos.

Me dio miedo la valentía que tuviste al darme libertad,
una libertad tan tuya,
y tan desconocida para mi,
que no supe que más hacer, que volver a mi jaula.
Y tú no supiste que mas hacer, que dejarme volver.

Por que ser valiente debe de ser eso,
debe de parecerse a ti.
Y yo soy tan poco valiente
que elijo desconocerte,
y en mi cobardía elijo perderte.
Y cómo hago yo para cargar con todo esto si apenas puedo con mi cuerpo.

—Morir debe parecerse a querer huir de sus brazos, sólo porque la que no ama, es ella.
Aunque eso no sea verdad.—

A veces creo que fuimos dos cobardes presumiendo de una valentía inexistente.
Y tú callabas mientras yo me iba.
Tú venías y yo huía.
Y así un infinito de idas y venidas, un círculo infinito de idas y venidas.

Te cambio mi prisión elegida,
por tus ganas a la libertad,
nunca tuya,
porque siempre te marchas,
y eso no es libertad.
O tal vez si.
Tal vez la que no tenga elección sea yo.

Tal vez sea así, y por eso elijo callar.
Callar para que te vayas,
y salvarme
salvarnos
de mi.