Tu ausencia dejó un vacío
imposible de llenar,
te esfumaste como el río
que va en busca de la mar.
No pudimos despedirnos
y no supe retenerte,
nada había qué decirnos
que pudiera detenerte.
De pronto se hizo la noche,
de pronto llegó el olvido
cruel, y sin mediar reproche
quedó vacío nuestro nido.
Aún le lloro a tu recuerdo,
aún sufro sin tu presencia,
constantemente me acuerdo
de tu rostro, de tu esencia.
No volverás, lo presiento,
pero espero que algún día
llegues, no a mi pensamiento
sino a darme tu alegría.
Y algún día que te canses
mi corazón aún te espera,
ven, para que descanses,
ven nuevamente a mí, vera.