Llega la noche y me emborracho
con tus sueños,
entonces quiero hablarte,
dejar que mi voz te llegue
y te envuelva,
quiero decirte esas cosas
que he guardado para ti,
como que he visto llorar a las estrellas
en el cielo,
y fue una noche en que la luna
no llegaba,
quizás porque había muchas nubes,
pero también quisiera decirte
que me he refugiado en la soledad
de mi cuarto
y que he leído a Bécquer,
a Storni, a Lorca,
a Pizarnik y a otros muchos
que no citaré,
ya que no quiero cansarte.
Pero puede que te hable del mar
y del viento,
de la risa y el llanto,
del frío y el calor,
y te hablaré, si me dejas,
de ti y de mí,
de aquellos años locos,
cuando nos conocimos,
del primer baile al que fuimos,
de tu sueño en la playa
tras una noche de fiesta,
de mis proyectos y versos,
que te enseñé en una cuartilla,
del paseo por el monte,
de aquella gruta donde nos metimos
y estuvimos como dos horas
en sus entrañas,
pero, como te digo, no quiero cansarte
y te diré que fui sincero cuando te dije,
un día, en tu casa,
que no podía aceptar tu invitación
para hacer el amor
ya que si lo hacíamos
dejaríamos de ser amigos
y nos convertiríamos en amantes;
sé que, entonces, no me entendiste,
aunque, quizás hoy, puedas valorar aquel acto
y pensar que fui sincero
y que ambos aceptamos aquella decisión tan sincera
ya que si hoy seguimos siendo amigos
es porque, aquel día, no cruzamos la línea roja
que nos convertiría en amantes.
Ahora llega la noche en este invierno
y, una vez más, me pregunto si te amo,
si te quiero,
y si soy sincero, cuando miro dentro del alma,
tengo que decirte que sí,
que te quiero, que te amo
y que esto es así porque hay sentimientos
que no se pueden esquivar ni olvidar,
ya que están muy arraigados en el corazón
y van con nosotros,
en nuestros pasos y latidos.
Por eso decía, y digo, que llega la noche
y me emborracho con tus sueños,
que quiero hablarte y escucharte,
que quiero sentirte y entrar contigo,
en esos sueños que, tantas veces,
musitamos y compartimos,
aunque sabíamos que, dentro de aquella magia,
y del momento,
solo había fantasía y poesía.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/18