En un caserón de campo
donde vivía la hornilla
con las brasas apiladas
brillando sobre las cenizas.
El círculo de hierro
de una muerta carreta
servía de gran bracero
donde la tetera hervía.
Mojando con su vapor
las cenizas blanquecinas
donde se cocía la tortilla
sepultada en sus cenizas.
Un silla pequeña
con batro está tejida,
donde se sienta la abuela
mateando al clarear el día.
Las aves están comiendo
junto a chanchos para la engorda
un cordero corriendo
cerro arriba va subiendo.
Desde el dintel de la puerta
la viña ya se divisa
sus uvas están madurando
con el calor de la vida.
La rama convertida en escoba,
descansa junto al pilar
del corredor entejado
donde anida el chercán.
Rosario en la cocina
por un ventanuco cuadrado
mira con ansias el camino
para ver llegar a su amado.
Venaiga grita la abuela
persinándose escondida
va la bruja Domitila
que puede pasmar las uvas.
El día sigue su marcha
llegando a la oración
volando despierta el búho
con sus ojos como el sol.
La cena está preparada
los comensales a la mesa
la abuela vuelva a recordar
a Domitila como su presa.
Ella sabe que la bruja
lanza los males al aire
por eso hay que rezarle
a la santa las piedades.
La noche ya silenciosa
cubre todo con su manto
así todos los habitantes
llevan al sueño sus cansancios.