Una mirada casi sin hacer ruido se ha tatuado en una piedra palpitante
casi sin hacer ruido pronuncia un epicedio para fiambres celestes
el eco de una flamante lengua amortaja la lluvia de primavera.
Pierde los huesos la esperanza y se hace sombra de ilusión
ya olvida sus fuerzas la luz
una enclenque nube abstracta
no puede encender una gota irisada.
Pesa cada vez menos ese trueno fulminante.
Qué albor gris hace esperar la noche.
Qué secreto de pájaro moribundo duerme en sábanas.
Qué soledad escandalosa de espacios abiertos.
Vienen los dentados minutos
con horas rabiosas
y días canes
a acompañar el silencio de plomo con aullidos secos.