De oscuros pensamientos arrastrado,
sin destino ni norte deambulaba;
al rumbo de mis pies abandonaba
mi voluntad, inerme, descuidado.
Dolor vibró en el fondo de mi estado,
el inconsciente ya se rebelaba
y en un banco cercano que allí estaba
me senté de mis penas acosado.
Suerte quiso tocarme en la desgracia,
cuando, quizá, olvido generoso,
toqué casual de un libro el suave lomo.
Don Quijote llamábase aquel tomo.
De mi mal me libró con santa gracia.
Junto a mi almohada está cuando reposo.