LUIS ADONAY VENEGAS LEYTON

Los veleros de tiempos vagabundos

Los veleros de tiempos vagabundos

 

 Esos tiempos que no son tiempos

esos sueños que no son sueños

porque son mariposas que vuelan por las noches

no mostrando brillos ni destellos

solo vuelan junto a las nubes y el silencio…

En puntillas vuelan buscando sus rincones

esos, a los que nadie más llega

porque tienen dueño al que no le gustan las luces

y quiere vivir viviendo

solo como un eco que salta y escapa

como escondiéndose de todo

para no romper las soledades

que por ser soledades las cobija

y sin decirle nada les habla sin pronunciar palabras.

 

El tiempo, su propio tiempo se avecina

haciéndose presente como una barca de nubes

que sin hacer ruidos… se acerca

con sus velas infladas colmadas de silencios,

construye voces que enumeran pasos

y retazos dispersos como una pintura de vida

- pausadamente rota y diseminada

como las mismas hojas amarillas de los árboles

que pintan los rincones cuando la brisa de otoño

las invita a volar sus vuelos que ya fueron

y ahora las impulsa por desconocidos rumbos

sin saber hacia dónde.

¿Serán finales o solo inicios?

 

Solo  nuevos pasos en el tiempo 

que ha sumado esos pedazos

igualando bordes, esquinas, trisaduras

como armando el puzzle  pretérito,

presente… avizorando los que vienen

como tiempos sumados y también restados…

 

Vivir viviendo consumiendo el tiempo propio

que se despertó algún día con  un llanto

adornado con risas y sonrisas que tallaron

los pasos caminados,

que sumaron instantes de dudas sobre qué vendría

en ese transitar de vida que consume el tiempo

en tanto se transita

navegando la vida con o sin rumbos

- simplemente navegando…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los veleros de tiempos vagabundos

 

Esos tiempos que no son tiempos

esos sueños que no son sueños

porque son mariposas que vuelan por las noches

no mostrando brillos ni destellos

solo vuelan junto a las nubes y el silencio…

En puntillas vuelan buscando sus rincones

esos, a los que nadie más llega

porque tienen dueño al que no le gustan las luces

y quiere vivir viviendo

solo como un eco que salta y escapa

como escondiéndose de todo

para no romper las soledades

que por ser soledades las cobija

y sin decirle nada les habla sin pronunciar palabras.

 

El tiempo, su propio tiempo se avecina

haciéndose presente como una barca de nubes

que sin hacer ruidos… se avecina

con sus velas infladas colmadas de silencios,

construye voces que enumeran pasos

y retazos dispersos como una pintura de vida

- pausadamente rota y diseminada

como las mismas hojas amarillas de los árboles

que pintan los rincones cuando la brisa de otoño

las invita a volar sus vuelos que ya fueron

y ahora las impulsa por desconocidos rumbos

sin saber hacia dónde.

¿Serán finales o solo inicios?

 

Solo  nuevos pasos en el tiempo 

que ha sumado esos pedazos

igualando bordes, esquinas, trisaduras

como armando el puzzle  pretérito,

presente… avizorando los que vienen

como tiempos sumados y también restados…

 

Vivir viviendo consumiendo el tiempo propio

que se despertó algún día con  un llanto

adornado con risas y sonrisas que tallaron

los pasos caminados,

que sumaron instantes de dudas sobre qué vendría

en ese transitar de vida que consume el tiempo

en tanto se transita

navegando la vida con o sin rumbos

simplemente navegando…