La luz se va irisando sobre un charco de plata
con lágrimas que aclaran la bruma del celaje
pues son trémulas perlas del espeso follaje
que el viento va soplando en alegre cantata.
Como una pandereta con discos de hojalata
resuena la techumbre al golpe del ramaje
repica la campana meciendo su cordaje
al despejar la tarde con dulce serenata.
Entre verdes y azules el sol despierta pleno
sobre el rojo pináculo que pliega su sombrilla,
frente a un monte de hortensias de racimos celestes.
Y mirando el paisaje mi ser se siente bueno,
retoza el alma libre por la blanca capilla,
disolviendo las sombras de recuerdos agrestes.
Me sugiere la luna de ronda entre sus huestes,
escondida en el bosque de cedros y araucarias
que sueñe con nocturnos de estrellas candelarias.