Catelgood

Qué grande que está mi casa...

Qué grande mi casa, cuando te extraño

Perdido en el lúgubre bosque oscuro

Que hay desde mi cama hasta el baño

Lleno de demonios que me hacen daño

Que ya no huyen de tu paso limpio y puro

 

Y en mi sala hay un muro de silencio fluido

Que desemboca en el desierto de tu ausencia

Ahí donde hace falta la algarabía y el ruido,

De gritos a perros, que no han conseguido

Con sus ladridos, suplantar tu presencia

 

Hay en la cocina un silencio solitario

Y ya no suenan sinfonías de cacerolas

El café se hizo perezoso y estrafalario

Una sartén triste me acompaña a diario

Las cenas que acompañan mis horas solas

 

En el patio, el juego de jardín se aburre

O se moja del océano de lluvia triste

Y la jungla del jardín triste se escurre

Con terror de un corte que no ocurre

Y un talante jardinero que no existe

 

Qué inmensa que está nuestra casa

Qué ancha que quedó nuestra cama

Qué pena, que llega y nunca se pasa

Qué frío el fuego, que ya no abrasa

¡Qué débil, el grito que por ti clama!