Enrique del Nilo

NOCHES DE TANTOS

 

 

 

No sé qué chingados

le han puesto hoy al suelo de la avenida,

pero no puedo sostenerme en vertical,

posiblemente la lluvia que casi mengua

remojó tanto el suelo

que el fango amenaza con emerger,

borrando la máscara de porcelana

que a la ciudad le vamos dando;

por las estalactitas de luz

que desde los balcones derrapan,

descienden murmullos,

descienden lamentos;

no, descienden gritos…

¡no! descienden gemidos;

gemidos de secretos inconfesos

que pernoctan bajo las sedas,

para mañana emerger

emperifollados en casimires y carmines;

 

caen sobre mi

y con su impacto cimbran

esta pulcra humanidad que zozobra

y parece sucumbir a la gravedad;

la brisa

que desde no sé dónde me azota inclemente,

coadyuva a la dificultad

que tengo esta noche

para avanzar por las baldosas del camino,

pero otro pasito más,

uno más,

el prometido portal,

con la consiguiente alcoba

y el mullido colchón estoy por alcanzar.