Ponen coto a los destellos
que rielan mis azoteas.
Ponen puertas al campo.
Aherrojan lenguas hasta la sangre.
Amordazan rebaños huérfanos de
otros mundos.
Afilan cornamentas de satanes.
Postulan clavos que gravitan perennes
en Wittenberg bajo noventa y cinco
sagradas formas.
Catecismo del buen escritor, y lector.
Regentan el tercer ojo que vigila la
quietud de las marejadas.
Serenan agitadas aguas que empapan
murallas de silencio.
Libertad, cultura, agua y aceite.
Poderoso caballero es don Dinero.
Regeneran panes y peces de regusto
metálico.
Quijotes sin alas perecen de insomnio
bajo la férula de sus dogmas.
No son gigantes, son tan solo molinos
que hacen girar pupilas con sus brazos.
Amansan fieras, alfareros de plastilina.
Déjenme buscar aventuras que encarnen
mis fantasías, sola almohada que merece
mi humilde jergón.