La calle por donde transitan
pesares agobios y tribulaciones
tiene en sus aceras guijarros
que han desgastado los pies descalzos
de condenados a la horca en el cadalso.
Durante siglos transcurridos
entre oraciones y abluciones
que se han elevado, mojadas en sangre coagulada,
al final de los estertores de la muerte,
provocan el incomparable éxtasis del verdugo
cuando siente la descarga orgásmica
del tribunal que yace sobre las páginas
de las leyes y los códigos
dentro de negras togas y birretes
vibrando con los golpes del mallete
al sentenciar la pena capital
¡Muerte por ahorcamiento!
es el espectáculo donde el esplendor de la muerte
apaga lentamente la débil llama de la vida
con ese temblor macabro
que a manera de falsa danza interpretan
los pies del condenado que luego pende
silencioso, del dogal funesto
en el último acto de la comedia humana...
@Rodolfo Dondero Rodo.-
25.08.2016