Perorata del sofá
Qué espíritu imprudente rellena un hueco con un sofá ¿Es intuitivo ver un agujero en el asfalto y ponerle un mueble derruido y andrajoso? no señor, no es natural, eso no tiene lógica, entonces… ¡qué putas! Qué adefesio es ese, tras de que hay que pugnar con la oquedad del hueco mismo, ahora también con los despojos de algún malviviente con déficit cognitivo, más bien, con la basura de un retrasado. ¡La chimba!
Pero la desfachatez del acto es insondable, una de esas situaciones tan inverosímiles que simplemente tienen que tener otra explicación, como cuando vi a Jesucristo en un charco de vómito, ciertamente increíble, pero que va… resultó no ser la cara de Chuchito sino la de Darwin; en fin, me rehúso a creer que semejante escena responda al impulso rabioso de algún hijo de vecino, claro que no, esto tiene composición, hay una idea incógnita, es un simbolismo, pero qué será… El hecho de que impulse este inquirir en mí, refuerza la idea de que se trata de una obra de arte, y cada segundo me queda más claro que lo es.
El armatroste luce desgastado, destruido, trajinado, inválido y por antonomasia: desechado, se ve como un cadáver; ¿será esa la idea del artista? ¿desconcertar a la gente observadora haciendo apología al triunfo de la muerte? si, tiene que ser eso, un cadáver en la sepultura, el sofá en el hueco, y la tela cada día más gastada es un símil de la piel, y la espuma de la carne, y la madera cada día más visible representa el esqueleto; y qué más querrá ese hijueputa ¿que me imagine cómo habrá lucido cuando estaba vivo? tal vez con una familia reposando sobre él, viendo televisión, aportando a la completez del hogar, y qué habrá escuchado, qué habrá visto, qué habrá sabido, como si no estuviera hablando de un puto sofá. Ni el más marihuano llegaría a ese nivel, estos artistas modernos no saben qué inventar, ya ni se esfuerzan, y uno si dizque ejerciendo el noble acto de renunciar a la razón, tan impunemente, para nada, vea pues.