Aprovecha la primavera:
una joven casta es una vieja.
Ausonio
Si piensas dedicarte al oficio debes comenzar temprano.
Una madre celestina o cualquier tía desprejuiciada
pueden ser excelentes profesoras.
En cuanto a la belleza,
los espejos y los hombres son tus mejores jueces.
Los potentados impotentes serán tus clientes más asiduos;
trátalos con ternura y háblales de su soledad.
Debes cultivar también el chulo de tus preferencias;
él defenderá tus intereses si sabes manejarlo con cuidado,
y te ayudará en los orgasmos que niegas a los parroquianos
pero que anhelas intensamente cuando estás en la intimidad.
Si eres lista,
como cabe esperarse de una dama que abraza la profesión,
antes de los treinta debes llenar tu cartera con suficiente dinero,
pues a partir de esa edad la decadencia es inminente.
Con una madurez así
podrás dedicarte a reclutar neófitas
que aspiren a vivir, como ya hiciste,
las más contradictorias experiencias
en esta prometedora carrera horizontal
por la que tan sabiamente te enrutaste.