Tal vez no te he dicho lo suficiente
quizás simplemente me siento asfixiado
pero
te
desprecio.
Me has alejado de todo lo que era yo
me has alejado de mi tristeza y mi nostalgia
de mis recuerdos y mi melancolía
en otras palabras
estoy desvalido
indefenso y débil.
Porque cada una de estas cosas
de las que hiciste que me olvidara
eran las armas más potentes
que tuve
o
tendré.
Y me parece cómico
el hecho de que el solo mirarte
de apreciar tu silueta
sea el que me hace sentir desnudo
como un niño de pecho
que no tiene a su madre cerca.
Y es en estas situaciones
en las que daría cualquier cosa
por hablarte
y no quedarme atrapado
entre lanzas que cruzamos con la esperanza
de clavarlas en el pecho del otro.
Y es ahora
en estos días de invierno
en los que maldigo mi cobardía.
Es en estos días en que el olor a tinta y a papel
me aturden tanto como las ganas de verte
donde no quiero más nada
donde quiero ahogarme en el mar de sangre
que producen las heridas que me dejan tus lanzas.
Después de todo o nada
es virtud de pocos escribir
cuando se quiere hablar.
Estas cadenas de proverbios y metáforas
son las que me aprietan
y me obligan a escribirte
en lugar de entonar hacia ti un saludo.
Para los que sufran del mal del poema
entenderán lo que se narra
en estas
tristes
hojas
transparentes.
Donde lamentablemente
no me ahogo en un dulce mar de sangre
si no
en la soledad
que me provoca
tu ausencia.