Cuando un poeta llora, cada lágrima rebosada, macula la hoja blanca
con versos del alma, sus sentimientos brocados en llanto,
quedan transmutados en ese poema que espera para ser leído
o declamado,
pues cada gota derramada por él, contiene lo que su alma sintió,
por eso, cuando leo un poema, me impacta lo que su
ser me quiso transmitir ¡oh milagro! al leerlo, sus versos se
transforman otra vez en lágrimas de amor, de dolor o de alegría,
y aun cuando lejos estemos, sus lágrimas y las mías tienen el mismo sabor
es por eso que quiero ser poeta.
Andrés Romo