DEMÓDOCO

DERROTAR LA «EXTREMA IZQUIERDA» EN LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

 

El Rector Néstor López Rodríguez con el escritor Alberto Jiménez Ure (1988)

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

Por Alberto JIMÉNEZ URE

Trabajé con Alberto Garrido en la Metodología Comunicacional de Contenidos para llevar al Poder Universitario por cuarta, casi milagrosa y última vez a Pedro Rincón Gutiérrez: quien tuvo malas etapas afectado por la tristeza, el desprecio de ciertos amigos nunca incondicionales y problemas financieros […] Tan espectacular fue su triunfo que logré fama de estratega. Por ello, cuando Miguel Rodríguez Villenave amagó -sin firmeza de pensamiento crítico- convertirse en Rector [en compañía de un equipo integrado por Luis Velásquez Alvaray, Carlos Guillermo Cárdenas y Felipe Pachano Rivera, Año 1988] me llamó a Prensa Institucional:

-¿Me ayudarás alcanzar el Rectorado con tus opiniones periodísticas, Albert? –me telefoneó a las 5 am.

Sabía que yo estaba durante las madrugadas ahí, a causa del insomnio que padezco desde mi juventud. Los custodios del Palacio de Gobierno Universitario igual conocían mi rutina. Aparte, yo residía a menos de diez cuadras de la Plaza Bolívar y caminaba hacia mi oficina para purgar, aristotélicamente, pasiones.

-Sabes que haré todo cuanto pueda por ustedes –le confirmé-: son amigos confiables. Preguntaré a Sofía Ímber si puedo promover tu proyecto mediante mi espacio en las «Culturales» del diario El Universal [Caracas]

Lo hice, al término de nuestro diálogo. Llamé a mi admirada y querida amiga, la cual me autorizó promover la moción del Equipo Rectoral presidido por Rodríguez Villenave.

Me reunía, cada madrugada, con el aspirante y Vicerrector Administrativo en ejercicio. La mayoría de las veces en su apartamento. Conversábamos sobre sus ideas y yo redactaba el «corpus periodístico» que publicaba en El Universal, pero también en los dos más importantes diarios regionales: Frontera [dirigido por Brinolfo Fonseca] y el Correo de Los Andes [bajo responsabilidad de Alberto Garrido]

Los estudiantes de la Ultraizquierda mantenían la ciudad de Mérida intimidada. Provocaban irreparables daños al patrimonio de la Universidad de Los Andes, bancos, Iglesia, establecimientos comerciales y arremetían contra policías antimotines porque le habían declarado la guerra a la Sociedad Merideña. Actuaban con impunidad y asombroso salvajismo.

-¿Qué te parece, Michel, si declaras algo contra esos vándalos para que tu pensamiento corregidor aparezca mañana en El Universal? –inquirí-. El pueblo anhela autoridades universitarias que no muestren complicidad o tolerancia ante esos estudiantes encapuchados.

-Excelente idea, Albert –dijo y sus ojos explayaron de contenida motivación-. Necesitamos una academia deslastrada de piromaníacos, tirapiedras, quema llantas, enmascarados y azotes de cualquier calaña.

Mientras tomábamos café y comíamos galletas, redacté el artículo que enviaría a Ímber vía fax. Nos despedimos y fui a Prensa Institucional. Hice lo planeado y comprobé que ya el texto estaba en el despacho de la afamada museóloga. Ese día, el profesor Jesús Serra Pérez [Director del «Instituto de Investigaciones Literarias» de la Escuela de Letras] me pidió lo acompañase a la mañana siguiente hacia el aeropuerto: donde recibiríamos una docente, investigadora y ensayista francesa que elaboraba una tesis doctoral sobre «Literatura Hispanoamericana»

Esperábamos la llegada del avión cuando Serra Pérez me mostró la portada del diario Frontera donde, elegantemente trajeados y severidad en sus rostros, los miembros del Equipo Rectoral que yo promovía desmentían las declaraciones que de Miguel Rodríguez Villenave había firmado en El Universal. Por instantes, fui presa del estupor y despecho.

-Tienes que hacer algo, Albert –fustigó con verbo encendido el Director del «Instituto de Investigaciones Literarias»-. Es gravísimo, te ilegitiman de una manera muy vil […] ¿Qué le sucede a esa gente? ¿Defienden a ultrosos?

Le dimos la bienvenida a la tesista y Jesús, que conducía su vehículo privado, me dejó frente al Edificio Central del Rectorado. Ahí me esperaba, emocionado por «la noticia ya propagada», el Director del Correo de Los Andes […]

-¡Te entrevistaré, Albert: defiéndete de esos canallas! -exclamó Alberto Garrido, acompañado de un reportero gráfico-. Publicaré tu réplica en páginas principales.

-Gracias por tu oferta, poeta –le dije-. No responderé a esos profesores. Ignoro qué les sucedió, investigaré […]

En el mismo lugar, me topé con el también candidato a Rector Néstor López Rodríguez. Efusivo, me invitó posar junto a él para una fotografía:

-Te echaron, pero yo te recibo –expresó en alta voz-. Coincidimos: repudio a esa Ultraizquierda Universitaria que aniquila todo y desprestigia nuestra casa de estudios superiores. No me importa que los votantes lo sepan, eres bienvenido a mi terna.

Horas después, supe que fue Luis Velásquez Alvaray quien persuadió al resto del equipo traidor refutar mis inferencias aparecidas en El Universal. Al cabo, ello causaría su derrota electoral y la de Villenave. Triunfó el corajudo, perspicaz, provecto y demócrata Néstor López Rodríguez: adversario, de la Ultraizquierda Universitaria.