Las lágrimas no valen nada
¿Cuánto cuesta una lágrima,
que rueda por mi mejilla,
hasta la de mi boca comisura,
y me hace sentir la sal?
¿Cuál es el precio de esa pena,
que de mal trago se disfraza,
para atascarse en mi garganta,
sin dejarme respirar?
¿Cuánto vale una congoja,
que al centro en mi pecho reposa,
tal cual piedra pesada que marca,
y presiona para hacerse notar?
Cuesta la vida de un niño,
que sueña ser refugiado,
en un país que le abra los brazos,
y muere a orillas del mar.
Cuesta el dolor de un padre,
en cuyas manos su hijo yace,
colgando sus extremidades, caen,
tal cual copa de sauce llorón.
Cuesta la insensibilidad,
de quienes están al comando,
inertes corazones contando,
otra vida como un número más.
De nada valen las lágrimas,
que caen junto a mi boca,
pues sólo saben caer,
pues sólo saben a sal e hiel.