El horizonte dibuja,
pinturas de finos trazos,
que embelesan a los ojos,
con muy coloridos rasgos;
tintes naranja y azul,
los que, junto con dorados,
son la pura fantasía,
de esos místicos ocasos,
que quedan en la retina,
como un divino regalo.
El gris, añil y amarillo,
son mezclas de sabia mano,
de un finísimo pintor,
que tiene el cálculo exacto,
creador del universo,
se debe tener muy claro,
que su trabajo es grandioso
para disfrutarlo al máximo.
El sol en el horizonte,
es el sensacional astro,
es una brasa caliente,
que al paisaje va dorando,
son brochazos sobre el verde,
embelleciendo los prados,
los que se visten de gala.
¡Un panorama lozano!
¡Un bálsamo para el alma!,
Al mar lo cubre despacio,
sus rayos forman la alfombra,
de cuidadosos retazos,
apreciada por el hombre,
mereciendo sus aplausos,
por belleza que natura,
nos entrega como un canto,
perfecto y universal,
sin pedirnos nada a cambio,
debemos con alegría,
disfrutar su lento paso.