Conservas tu mirada desde niña,
tu pelo medio suelto ensortijado,
el tono de tus ojos me ha embrujado,
adornabas tan joven la campiña.
Tu mirada frecuente que me guiña,
como en los años mozos, del pasado,
el amor de los dos consolidado,
como racimos firmes de una viña.
Han pasado los años y te miro,
como si fuera eterna tu mirada,
disfrutando tus ojos yo suspiro.
Con alegría viva desbordada,
la dicha que te aflora la respiro,
por las tardes también de madrugada.