Por la noche...
sobre cómodos taburetes
de pino y esparto trenzado.
Ambos mecidos
por la nocturnidad;
es cuando somos
solución a las preguntas.
En esa mansitud
bañada por la luna:
en el balcón.
Resucitamos en la compañia,
en el paladear los aromas,
de rosales desperdigados,
en esta cita esplícita y desenvuelta;
sin horarios.
En labor
(tu mano acaricia a la mia).
Un honor
con magníficas alegorías,
un puro sabor a leyes,
basado en la fecunda,
la más digna
de las filantropías.
Tu me cuentas,
yo, embelesado te escucho;
y en este escuchar aprendo
a navegar por valses lentos
(no soy un iluso),
a aterrizar en tus labios, con besos
(permitiendome ser un intruso).
Nos proveemos de una tierra hecha de cielos,
mediando para ello,
manifestaciones de lunáticos influjos.
Por la noche...
paladeando té de menta
(con limón y entre los hielos),
reposado sobre la redonda mesilla
(barnizada después de su forja),
rememoro mis anhelos
y tu desatas tus deseos.
Desprenden nuestros pensamientos
ideas y lindos sueños.
Tu silueta esta posando, posada
en el contraluz,
sobre ilusiones que son baranda,
que son refugio,
que son alivio y consuelo.
Colgada, le recitas sobre mis rodillas,
conmigo y la luna como amigas,
a esta noche, la cual ama y es amada.
Por nosotros....
la noche se alumbra de luz,
la luz somos y cabe en nosotros.
Al juntarnos y teniendonos,
el polvo se convierte en hierba,
la hierba recibe la luz
y el entendimiento deja de ser,
polvo de deseo o antojo,
nos visita viajando en la forma,
de una fugaz y lumínica estrella.