Hay un cielo infinito detrás de tu mirada.
Tus cabellos se mueven como alas de ave que danzan con el viento.
Ante tus labios hechos de vino, caigo rendido a ellos cual posión licenciosa y me regocijo en la ebriedad que emanan.
Tú, frágil mariposa, adornas mi vida con tus colores y cautivas mis ojos con tus marcas pinceladas de tigresa.
Y esa piel... Esa piel de mármol, perfecta, fina e insuperable que con solo tocarla me convierte en la envidia de los hombres...
Eres la champaña del género, el poder hecho carne, la belleza personificada con una sonrisa y la Diosa que se volvió mujer.
Marco Antonio Saborío Parreaguirre.