Entreabierta la puerta, al asomo de la intimidad dormida
Estas ahí inquieta, cadavérica almohada
Se han congregado los gemidos en el larario de tus Dioses dormidos
Oh mujer esquiva, oh templo del sollozo y el quejido
Consagrado a ti me declaro, como discípulo y amigo
He deshojado la azucena, ante tu conciencia liviana
No ha encontrado saciedad el apetito, sobre tu tersa piel de seda y lana
Nunca sabrás de desencantos, tu calidez dará el abrigo, a mi alma desolada y a mis cortesanas
Silente ingenua, ha bañado tu tejido una lagrima salobre sin quebranto
Fiel a mi pasión mundana, has dado deleite sepulcral a mis instintos
Tierna leal, sin hacer ruido, en el descanso supremo de mi hombría
Has callado mi endebles, al escucharme gritar \"Eres Mia\"