Es tu risa la espada más victoriosa.
Vencedor de las flores y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos y de mi amor.
-Miguel Hernández-
Con dos pequeños luceros
asomando confusos a la vida,
color gris cristalino de alta torre,
ríen las curvas rosadas de tu boca
como ríen los corazones sobre tu frente.
Con un caballo en cada extremo
y dos guantes de hierro forjados
golpeas la desazón aferrada
a mi clavel ardido.
Y te resolverías, si hiciera falta,
en un jardín donde el verde
se estancase en la penumbra
o morderías con rabia la noche
si tu llanto no lo adorasen los astros.
Desperezándose en mí tu cuna,
suspiro sosegado
de las aguas vencidas,
te revuelves como un pájaro
y como el día te duermes.
Que tu risa persiga siempre las cosas
igual que las cosas se ríen siempre
persiguiéndonos con fiereza.
Cuántas rosas son llevadas por alondras
hasta tu rostro lechoso y temprano.
Cuánto júbilo que germina
de las simientes
esparcidas por los huesos.
La carne remonta cada surco del espacio
doblado y ensombrecido
hasta que la claridad te alcanza.
Pero tú duerme, no dejes que el frío
desvele tu inocente apariencia
o tu ceño fruncido por la luna.
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