alupego (Ángel L. Pérez)

TAN SOLO UNA FINA GRIETA

 

Solo un resquicio hace falta,
para salir del encierro.
Una grieta diminuta,
para salvar el respeto.
Una fisura minúscula,
en la morada del miedo.
Bastaría para romperla,
dando paso al intelecto.

Camina en la cuerda floja,
tambaleando su esqueleto.
Los nervios a flor de piel,
como maromas de acero.
Temblando ante la inquietud.
En un equilibrio incierto.
Que el miedo haga presa en el,
ardiendo en su propio infierno.

Una delgada rendija,
con los bordes del saber.
Profunda como una sima.
Sin fondo, como la vida,
que no deja de crecer.
Hendidura en las entrañas,
de un maltrecho corazón.
De latidos se alimenta,
al ritmo de un diapasón.
Más perdiendo la cadencia.
Galopa hacia la inconsciencia,
como el necio hacia el amor.

Sabores de sinsabores.
Infinitas melodías al unísono,
sonando como tambores,
que van horadando el centro,
del vientre que las recoge.
La paleta de colores,
para pintar la existencia.
Cada matiz una ciencia,
que hermosea a los soñadores.
Canciones del corazón,
que el viento transmite a voces.

Un profundo acantilado,
de deseos inconfesables.
Infinito es el espacio,
donde crecen las verdades.
Donde viven las condenas,
impuestas por el pasado.
El lugar donde las penas,
sucumben con los agravios.
Tiempo de brujas y meigas.
De recitales macabros.
Pero también de promesas.
Que se alejan y se acercan,
con el zoom de su legado.

Solo un resquicio hace falta,
para penetrar amando.
Tan solo una fina grieta,
donde la luz se abra paso.
A.L.
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