Pecho rebosante de imágenes
portentosas, rampántes.
Dedo maestro que apunta
hechos y figuras vestido de
rosa con esencia flatulenta.
Vómito hecho música
entre ovaciones sin ojos.
Estruendo de palmas en espejos
de tinta embrutecidos.
Electricidad y químicos que se
vuelven dragónes, furia de olas
y estocada sangrienta.
Nubes suaves de polución.
De letras lavables.
Pluma barata hecha sentencia
y veredicto.
Paso y paso que se hacen llamas.
Que incendian la testa y sable.
Artífice que pervierte sangre y
linfa del papel hecho carne putrefacta.
Octavio Márquez