Alberto Escobar

RevoluciĆ³n

 

Buscar la playa bajo los adoquines.

 

 

 

 

 

 

 

Un adoquín abandona su lecho.

Me acerco a su boca para oír
lo que pronuncia en su fuga.
Ha agarrado una discusión
con su argamasa, que le retiene
hormigonada.
¡No te vayas querido mío!
Llora la argamasa inconsistente.
Tu cemento me pesa en las alas,
mi granito me empuja a otras calles,
a descubrir otras huellas, otros
pegamentos que no seas tú, me pesa
el neumático ya sabido.
¡Te permitiré lo que me pidas pero
no me dejes. Sin tí me quedaría vacía,
sería el seno de un socavón que causará
el enojo del conductor, no te vayas por
favor!
No me implores cárceles que aherrojen
mi alma, la libertad me llama.
Cuando seas playa de arena fina, cuando
tu untuoso corazón resuma en polvo su
miocardio regresaré a ti, para acostarme
en tu lecho.
No me esperes, pronto llenarás el vacío
que te abarrota para apegarte a otro
paralelepípedo solitario.

No me extrañes, soy cualquiera.