Jugaba sola en el patio, pues nadie la escuchaba,
sus rabietas tan constantes, a los otros espantaban.
Disfrutaba siendo musa, ser el centro de atención,
sabía bien su papel, era su mejor guión.
Engañaba a la bondad, al sabio y al prepotente,
al cobarde y como no, al creído de valiente.
Pero por lista y ladina, resbaló al pegar un salto,
no se guardó bien la cola, explotó en otro arrebato.
Ante todos cayó el sayo que cubría su maldad,
ahora ella habla sola, tecleando sin parar.
Dolores Egea ( Lolaila)