Amanecer contigo,
para cruzarte todo
con los senderos
deseantes del alba.
La mañana contigo,
completa como el sol
detenido sin espejos de sombra
en nuestras manos.
Y el medio día contigo,
que el cenit de mi cuerpo
y el cenit de tu cuerpo
aprendan que el cenit
nunca reúne sombras.
Y la tarde lentamente compartida contigo:
para que los crepúsculos,
ay, se tomen al fin
el tiempo de mirarnos.
Y la noche contigo:
para que juntos vigilemos
que las lunas se enciendan
debajo de los piélagos,
puntuales como nardos.
Y cabalgar los dos
sobre la madrugada:
galope de rocíos incendiados,
en ancas de la luz
y de la sombra,
juntos.