Pude haber derramado lágrimas con sentimientos como las olas del mar
pero quien las merezca
debe ser tan tenue y sutil como arenas de sal.
Afligirme es imposible de evitar
pero seguir sufriendo
debe ser un paso que no tengo que dar.
Vos mujer, quien a la lujuria te has de entregar
debiste decirme y por gloria te pude hacer sudar.
Pero escapaste solapada,
creyendo que yo, con un dedo el sol tapaba.
Lucero el que mi corazón encendió
idealizando una unión fantasiosa.
Pero digno vuelvo como ascua que se prendió
y sin hacer llama vuelvo a tener mi gran astucia misteriosa.
Marco Antonio Saborío Parreaguirre.