Vive el soñador soñando.
El vividor roba el sueño.
El ladrón de vanidades,
cambia la vida robando.
El preso vive el ensueño,
para poder soportalo.
El viento roza la noche,
para liberar las formas.
La Luna pinta de bronce,
las voces que la secundan.
El sendero se hace angosto,
para calmar el deseo.
La caricia se adoctrina,
para soportar el gozo.
Las nieve baña la cumbre.
El gesto se torna tosco,
cuando el miedo se descubre.
Y en un segundo el ocaso.
Ardiente como las brasas,
en los rescoldos sucumbe.
El fuego que lo devora,
muriendo en la misma lumbre.
Así completa la vida,
el círculo en el que se sume.
De llamaradas violentas,
El Sol calienta y consume.
Abrasa y diezma los campos,
los calcifica y reduce.
Pero también da la vida,
al ser vivo que seduce.
Levanta los tiernos tallos,
que en árboles se traducen.
Y va pintando las hojas,
de rosas y siemprevivas.
De claveles y jazmines.
Y con su cálido abrazo,
va arropando a los que sufren.
Vive el soñador soñando,
como tiene por costumbre.
En sus sueños brilla el Sol,
y la Luna le persigue.
La magia es su religión,
que le soporta y abduce.
Y se codea con los príncipes,
de los sueños en que vive.
No soporta ni el rencor,
ni las normas que le oprimen.
Y sueña de Sol a Sol,
con la Luna y sus afines.
Dobla la noche la espalda.
Para rendir homenaje,
al soñador que la sigue.
A.L.
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