A veces perdemos la noción,
de las cosas que nos pasan por al lado.
A veces tenemos la soberbia,
de cuestionar lo que Dios nos ha entregado.
y entonces nos duelen las ausencias,
y la felicidad nos roza por momentos;
y no podemos respirar, tan fácilmente,
porque el dolor se vuelve más intenso.
El vaivén de las hamacas hiela,
los tiempos que hubieran existido,
las treinta y tantas eternas primaveras,
que quedaron ancladas en un estío.
La realidad apuñala la hermosura,
pero no logra sobrepasar los sueños...
Los niños que juegan en la plaza,
debían haber sido los nuestros.
Un banco tachado de “te quieros”,
y un tibio sol que es “ambidiestro”...
Los niños que juegan en la plaza,
debían haber sido los nuestros.
¿Y como matar tantas palabras,
si la vida nos fue dada de gracia?
En mis sueños nos veo de la mano,
llevando nuestros niños a la plaza.