LUTO
Aunque vestida el alma
de riguroso luto,
de dientes para afuera
la risa sigue igual.
Vengo, voy, y regreso;
la rutina de siempre
de una vida normal.
Me distraigo inconsciente
con un millón de cosas,
y de pronto me digo:
“tendré que comentarle
todo esto a mi mamá…”
Pero súbitamente
el pensamiento para
de vagar sin destino,
y le cae como un rayo
la angustiosa verdad
de que mamá se ha muerto,
de que mamá se ha ido
y ya no volverá.
Ya no veré su rostro,
ni escuchará mis cuentos,
ni reirá mis bromas,
ni llorará a mi lado
si no puedo llorar.
Y pasarán los años,
y alguna tarde triste
le contaré mis cosas
que no puedo guardar.
Y sentiré en el alma
el roce de sus labios
y en mi cabello blanco
se enredarán sus dedos,
y sabré a ciencia cierta
otra amarga verdad:
que para ser un huérfano
no tengo que ser niño,
que puedo ser un huérfano
sin importar mi edad.
©Luis Morales
Febrero 6 de 2016