Siento una brisa desconocida
en mi nuevo rostro,
una marea que puede regresarme
a la orilla.
Me vuelvo un navegante que renuncia
a barco al presentir
el naufragio.
Me vuelvo ese fuego secreto
en un pueblo fantasma.
Mi piel cae como la lluvia en tu ausencia
cae prisionera en el tiempo.
Y cómo quedarme,
si no deseas que me quede,
si del camino
has borrado mis huellas.
Y otra vez solo, luz cautiva.
Y otra vez solo.
Más, en el tibio fragor, no puedes
engañar a un solitario.
Cuando el final se acerca
el corazón les brilla.