Se ha ido la abuela Berta.
Se ha ido la abuela Berta
al libre edén de la vida
y deja una herida abierta
en mucha gente dolida.
Se fue con la paz silente
del ángel madrugador
a ser un beso en la frente
del hijo de su alto amor.
Hoy está con Ricardo,
su hijo, su amor, su vida:
él convertido en nardo
y ella en rosa escogida.
Su hija Violeta, hoy llora
-es flor hallando el rocío-
se queda, mira la aurora
y en ella brota el vacío.
Se puede regar en llanto
igual que flor del invierno:
su hija tiene el quebranto
de aquel dolor tan eterno.
Su nieta Claudia, la mira
en un rincón del ayer:
la admira, sola, la admira
por su valor de mujer.
Se pierde en fotografías
que vienen de su pasado:
la nieta guarda alegrías,
aromas que olió a su lado.
Se ha ido la abuela Berta
al libre edén de la vida
y deja una herida abierta
en mucha gente dolida.
Se fue con la paz serena
del ángel de la otoñada
que hace del alma buena
a la mujer valorada.
Hoy está con la gente
que ama, quiso y venera:
hoy es flor de la fuente
que alarga la primavera.
Solito queda el bisnieto
que fue la piel de su piel:
el tan querido e inquieto
bisnieto y niño Gabriel.
Se puede ver un su pieza
leyendo cosas de historia,
mas lee, piensa y le reza,
a esa abuela en su gloria.
Y aquel bisnieto tan chico,
que tanto la hizo reír,
el tan afamado Nico
también la puede sentir:
la mira en su pensamiento
la guarda en su corazón;
por tanto bello momento,
la llora por un rincón.
Y qué decir de su Alina,
-su tan querida bisnieta-:
el rayo que la ilumina
y vuela como un cometa.
Es tanto lo que ha sufrido
y mucho le queda en llanto.
La abuela Berta se ha ido
y en todos dejó su encanto.
A la abuela de Claudia Jara y familia.