Soy tu niña-grumete, Capitán, me conoces
sigo tu derrotero desde Madryn a Ushuaia
peces de azul platino florecen en las ondas
y espejan soles de iris entre chispazos de agua.
La nube de gaviotas que pinta el níveo cielo
despierta los caireles de la lluvia temprana,
xilofón de los vientos sobre el basalto antiguo
desgrana los arpegios que estrena la mañana.
Voy abrevando el día sobre el raudo trineo
corcoveando el oleaje, buscando tu fragata.
Me guía una ballena, amiga de aventuras,
que me cuenta prodigios que guarda tu bitácora,
con ecos del arrullo que cantan los delfines
frente a un harén de focas y a un lobo que descansa,
soñando itinerantes desfiles de pingüïnos
y un ballet de toninas en ondulante danza.
De mi hamaca a tus velas resta un glaciar incierto
que azulean mis ojos buscando tu mirada,
coronada de espuma me aferro a tus cordajes
que columpian mi arreo sobre olas encrespadas
y la escala de gato se torna mi trapecio
al trepar mis esquíes por tu borda fantasma.
Capitán, me conoces, admite mi osadía
soy tu impulso, tu estela, la escriba de tu saga.