Solo fue verte a los ojos para sentir la intensidad de tu pasión.
Nuestras miradas se cruzaron para sentir una hermosa atracción
Notar que eras una mujer convertida en ardor intenso y desenfrenado.
Pasión sin fin que nos arrastró por el mundo del amor tiernamente imaginado.
Te enamoré, me enamoraste,
No sé, no importa quién fue.
Me miraste y sonreíste
Graciosa,
Coqueta.
Te pregunté, me contestaste.
Te invité, me aceptaste.
Hablamos, caminamos, reíste.
Te besé, me besaste.
Me llevaste o te llevé.
No importa donde fue.
Tú casa, mi casa.
Cualquiera era igual.
Fueron tantas veces.
Pasión intensa por beber de tus labios.
Que marcaban un virginal corazón rojo.
Pasión desenfrenada por su aparente resistencia.
Que cayeron solas al primer contacto de la esencia.
Morir por soltar tu cabello ondulado
Aprisionar y estrujar tu piel de oro.
Te mire, me miraste a los ojos.
Te dije amor y me contestaste con tu mirada
Ámame sin temores.
Fue un beso amoroso ardoroso.
Fue un beso de cuerpo entero.
Giraste el cuerpo y seguí arrastrando el beso.
Un beso lento, beso eterno.
Quieta, acurrucándote, débil, tímida.
Murmurando, casi gimiendo.
Volví a recorrer tu cuerpo
Con pequeños mordiscos
Marcando levemente su piel rosada.
Sufriendo de gozo.
Moría de gusto.
El cuerpo húmedo.
Sufría suaves y ondulantes espasmos.
Verte desnuda fue un deleite
Divisar sus torneadas piernas
Ansiosas de placer.
Es virtud y gozo.
Sentir sus labios gruesos y calientes
Solo el contacto me dejo sin nombre.
Me sentí un volcán en erupción
La más sublime emoción.
Ardiendo solo pude gritar en silencio.
Con la mirada al cielo.
Yo solo escuché con discreción.
“Que dulce eres amor”
Mayor entrega por amor
De cuerpo entero sin disturbios
Solo gritos apagados
Y cerrar con fuerzas los ojos
Mirando al cielo eterno.
Mi cuerpo, tu cuerpo, entrelazados en minutos de celestial placer.
Unidos por la naturaleza del amor del orden divino.
Llenando el mundo de placer y amor infinito.
Culminando el mandato sagrado.
Fue un amor a primera vista
Que duró hasta que acabó.
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