El alma queda varada
por el amor que un día fue suyo,
como extraño los placeres del pecado
de esos que tienen carne y te hacen suyo.
He procurado vivir alejada
negándome a pecar,
pues se que mi alma se quemará viva
por toda la eternidad.
Pero no me aferro a nada
vivo la vida placenteramente,
disfrutando las alegrías del mañana
que tanto vienen a la mente.