Sueño en medio de vegetaciones
que tienen la costumbre de manifestarse
en las noches donde el alcohol de arrima a las paredes.
Hay climas madurados en la intención,
frutas sin sabor, insípidas formas.
No hay alimento obligado ni nada se interrumpe
con…y en las ganas de manifestarse.
Hay afluentes de ojos con brazos cálidos
Y transcurrir de aguas palpitantes que brillan
sobre el deseo de las horas perdidas.
A ni casa llegué después de despedir
todos los empleados que me atenazan.
Hasta despedí a mi vecina
que venía hacia mí con las faldas preñadas de intención.
Largué a los trabajadores de mis horas perdidas.
Aquellos me seducían a seguir trabajando las horas,
los momentos donde mis pantalones pierden el color
y los gayumbos se hacen cerebro y su contenido
pasos atropellados.
A la puerta de mi casa encontré un verso abandonado.
Llenos de horas trémulas.
Extendido.
Pálido.
Lleno de oficinas sin funcionarios.
Con la vergüenza de los pájaros que no vuelan.
Había ruido en la pulpa de su gesto
y una llamada que me ofrecía mapas.
Me senté y un cigarro me fumé
y una melancolía herida ocupó
las teclas del canto negro de mi memoria:
lo dejé ir en su vuelo lento y preñado,
otro día será.